Óleo sobre lienzo 150x150cm
Perezosa va despertando y en su bostezo suelta insultante bocanadas de olor a almendra, zumbidos de abeja seducidos por el estigma de un pistilo.
Larvas de mariposa, pétalos, cascara de alguna corteza seca, néctar, polvorientas raíces que dejan de ser urdimbre en tierra. Agita sus días, semillas que se gestan nuevas, los desarropa. Sus ramas parecen abrazar las primeras notas de sol. El aire ruboriza a las flores, que como ojos pestañean coquetas en su prematura adolescencia. Brota su palpito; se hace sensual, reverdece, dominante se nutre de tierra mojada. Canta. Nace vida entre las patas serradas de algún escarabajo.Abren arterias de arena las hormigas y la savia fluye fresca caudal sanguíneo; alimento de naturaleza.
A veces el rocío se posa a su antojo en la parte convexa de las hojas y escurre acariciando a su paso las lenguas verdes, estallando lagrimas sordas que al tiempo se le antojan imperceptibles.
Así el año alcanza su desenfrenada puberdad, su delirio de juventud que dará paso al prohibido y maduro verano.
A veces el rocío se posa a su antojo en la parte convexa de las hojas y escurre acariciando a su paso las lenguas verdes, estallando lagrimas sordas que al tiempo se le antojan imperceptibles.
Así el año alcanza su desenfrenada puberdad, su delirio de juventud que dará paso al prohibido y maduro verano.