Mota de Cuervo.
Obra seleccionada
LLegó a su destino cabalgando sola; creyóse ir a los lomos de su corcel plateado. El seso en su constancia y la locura de sus actos la mantenían despierta, viva. La única cordura que le quedaba la había dejado enredada en sus sábanas, ávidas de deseo.Y en ellas nadie pudo retenerla.
-¡Fíjate Sancho!-Dijo ella. ¡Fantasmas! ¡Fantasmas que agitan sus telas!. ¡Mírales, gimientes ,deseosos de lujuria se revuelven, se tensas, ansían enredarnos en ellas!.
-Mi Señora -Dijo Sancho. No son sino telones de cal, fachadas blancas de los lugareños de la zona. ¿Acaso no lo ve?.
-¿Señora?. Yo no soy Dulcinea Sancho, sino el gran hidalgo, el ilustre, el caballero ¿Cuestionar mi hombría pretendes, mientras esos fantasmas abren los portones que tienen por boca?. ¡Vamos! déjate de pamplinas y prepara mis mejores lanzas, las más afiladas y duras, y los escudos.
-¿Escudos? ¿lanzas? -Pronunciaba Sancho boquiabierto. Pero... mi Señora... Son pinceles y paleta. Tapas de los botes de tomates donde echa el aguarrás lo que vos tenéis por armas. ¡Ay Señora mia! ¡qué está diciendo! ¿Será el sueño? o ¿ habrá perdido el juicio?
-¡Coraje amigo, coraje!. -Dijo ella- y morir si es merced en la batalla. Que pronto llegará la noche y a saber que otros peligros encontraremos en nuestra andanza, camino a San Clemente. ¡Al ataque!
Y gritando estas últimas palabras arremetió a todo galope tiñendo el lienzo y su cara hasta quedar desfallecida. Pintando sin tregua, hasta creer vencer a su enemigo, terminó molida y quebrantada...
-¡Ay Rocinante!- Dijo Sancho.Permítele reposar en tu grupa a ver si recobrar la cordura mi señora puede....
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